Sinopsis.- En San Ireneo de Arnois, un
pueblo alejado de las modernidades del mundo actual, un caballero extravagante
precisa de una persona que conozca la labor propia de una bibliotecaria para
ocuparse de sus ocho mil volúmenes. Prudencia Prim, que es todo lo contrario de
lo que el anuncio exige, ve una oportunidad de cambio en este nuevo trabajo. En
la casa del señor del sillón, reacio a utilizar las nuevas tecnologías y amante
de la Teología, presenciará una forma diferente y extraña, que ella misma no
aprueba, de formar y educar a los niños. La señorita Prim será acogida en una
comunidad donde los locales y negocios están dedicados a vender productos
elaborados artesanalmente: la ropa, los pasteles, el pan; porque la filosofía
con la que se estableció esta comunidad de exiliados del presente es darle la
importancia que se merece al tiempo: tiempo para escuchar a los demás, para
estudiar, para leer, para pasear, para tomar el té. Y es que en todas las casas
la mesa está delicadamente preparada para servir el té, tomar bizcochos,
galletas de manzana, pastel de limón y bollos, incluso chocolate caliente y
café. Horacio Delàs, describe a este pueblecito como un “pequeño reducto para
exiliados de la confusión y agitación modernas”.
AUTORA.- Natalia Sanmartín Fenollera nació
en Pontevedra, Galicia, en 1970. Es periodista especializada en Economía y jefa
de opinión en el diario “Cinco Días”. Esta novela es su primera obra y ha
tenido tal éxito que las editoriales más importantes del mundo (Mondadori,
Grasset, Atria Books o Abacus) se disputaron sus derechos en la edición de 2012
de la Feria de Frankfurt.
ESTILO.- Este libro está dividido en las
tres partes claramente diferenciadas con que se presenta un cuento o una
novela: presentación, nudo y desenlace. La primera parte se titula “El hombre
del sillón”, la segunda “Es invierno en la estepa rusa” y la tercera
“Deshaciendo madejas”.
- La metaliteratura está presente en
este libro de forma continua a lo largo de toda la novela y están perfectamente
contextualizadas. De hecho, las he anotado todas porque la autora ha conseguido
que me interese en ellas. Y es que tanto la señorita Prim como el hombre del
sillón hablan de ellas con total naturalidad en sus conversaciones. El nivel
cultural de los dos personajes principales es muy grande y abarca todos los
ámbitos, desde los clásicos latinos y griegos, la literatura medieval y las
literaturas rusa y británica del siglo XIX y acabando en el complicado campo de
la Teología.
- Las numerosas conversaciones que
ambos mantienen poseen gran profundidad intelectual: hablan de la conversión,
de la armonía del matrimonio respecto a la harmonia
de los romanos y la Άρμονία de los
griegos, y de las lecturas de los niños.
La discusión que se establece entre
la señorita Prim y el señor del sillón acerca del libro ”Mujercitas” de Louise
May Alcott plantea la forma en que consideran ambos esta obra. Ella cree
necesaria la inclusión de su lectura para los niños ya que la delicadeza esté
presente en las personas (falta de delicadeza del hombre del sillón cuando
ensalza la belleza y atractivo de Herminia Treaumont de tal manera que la
señorita Prim se siente infravalorada). Él considera carente de valor esta
obra, “cursi y almibarada”, a pesar de no haberla leído.
- Muchas escenas y personajes nos
recuerdan a las novelas de Jane Austen, como “Emma” y “Orgullo y prejuicio”.
- Esta colonia se funda con el
objetivo de “proteger a sus niños del influjo del mundo, volver a la pureza de
costumbres y recuperar el esplendor de la vieja cultura”, sobre todo la
europea.
- Prudencia es el icono de la parte
moderna de la sociedad que aboga por el actual sistema educativo y que, en mi
opinión, carece de conceptos históricos, no profundiza en autores literarios y
obras clásicas, ni españolas ni universales. La señorita Prim considera
entonces que los niños no poseían informaciones adecuadas para su edad y que,
por lo tanto, no eran niños normales respecto a los de la ciudad. El hombre del
sillón simboliza la otra parte de la sociedad crítica con dicho sistema
educativo y que defiende que los niños son capaces y, a la vez, están ávidos de
aprender, de leer y asimilar a los clásicos, tanto griegos como latinos, y a
los autores y obras universales y de hablar de ellos con total naturalidad.
- En este libro se ensalza la
importancia y el valor del tiempo. Tiempo para contemplar la belleza, para
disfrutar de la amistad, para entablar una buena conversación sin atropellarse,
para vivir las tradiciones, es decir, volver al pasado, a la sencillez, al
humanismo tanto en la educación como en los sentimientos.
- Según ha manifestado la propia
autora, para crear al personaje del hombre del sillón se inspiró en el pensador
británico C. S. Lewis. No tiene nombre porque la autora ha querido rendir un
homenaje a una de sus autoras preferidas, Elizabeth von Arnim. En “Elizabeth y
su jardín alemán”, esta autora inglesa habla de su marido, el cual era un
hombre malhumorado y lo llama “el hombre airado”. Prudencia lo llamará “el
hombre del sillón” porque cuando lo conoce se encuentra sentado en el sillón
del salón.
- El pueblo de San Ireneo de Arnois es
imaginario pero su descripción recuerda a las localidades del Norte de Francia,
en la región de Normandía, por simbolizar, según Natalia Sanmartín, el corazón
y la tradición de Europa, entre Inglaterra, España, Italia y Alemania. Además,
cerca del pueblo se encuentra un monasterio de benedictinos y es que es en los
monasterios donde se localiza el origen de la cultura europea. Por lo tanto, la
abadía simboliza la parte espiritual de
nuestra vida.
APRECIACIÓN
PERSONAL.- La
lectura del libro ha sido muy grata por diversos motivos. Me ha recordado,
tanto en el ambiente como en los personajes, a mi libro favorito “Orgullo y prejuicio”
de Jane Austen. La temática es densa y culta por lo que no descarto leerlo de
nuevo, habiendo estudiado previamente y en profundidad todos los temas a los
que alude y de los cuales no tenía conocimiento y haber leído libros que se
mencionan: los “Poemas” de John Donne, “La carta robada” de Edgar Allan Poe,
“Los nueve libros de la Historia” de Herodoto, “El catecismo histórico” del
abad Fleury y alguna obra de Elizabeth von Arnim. Por diversos motivos soy una
defensora acérrima del tiempo, del valor que tiene, porque es cierto que en el
mundo en el que vivimos nos falta tiempo al cabo del día para poder realizar
tareas con las que disfrutamos y que nos encantan: leer, tejer, pasear,
cocinar, hacer deporte, jugar con nuestros hijos, viajar. Y no es que no
hagamos nunca nada de ello, es que lo hacemos de forma estresante, sintiéndonos
culpables en muchas ocasiones por sentarnos en nuestro jardín junto a una taza
de té y leer un libro, y pensando en todo lo que nos queda por hacer.
Recomiendo la lectura de este libro
por su excelente escritura y su original argumento.
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