viernes, 20 de junio de 2014

Lectura: "El despertar de la señorita Prim" de Natalia Sanmartín Fenollera


 
 
Sinopsis.- En San Ireneo de Arnois, un pueblo alejado de las modernidades del mundo actual, un caballero extravagante precisa de una persona que conozca la labor propia de una bibliotecaria para ocuparse de sus ocho mil volúmenes. Prudencia Prim, que es todo lo contrario de lo que el anuncio exige, ve una oportunidad de cambio en este nuevo trabajo. En la casa del señor del sillón, reacio a utilizar las nuevas tecnologías y amante de la Teología, presenciará una forma diferente y extraña, que ella misma no aprueba, de formar y educar a los niños. La señorita Prim será acogida en una comunidad donde los locales y negocios están dedicados a vender productos elaborados artesanalmente: la ropa, los pasteles, el pan; porque la filosofía con la que se estableció esta comunidad de exiliados del presente es darle la importancia que se merece al tiempo: tiempo para escuchar a los demás, para estudiar, para leer, para pasear, para tomar el té. Y es que en todas las casas la mesa está delicadamente preparada para servir el té, tomar bizcochos, galletas de manzana, pastel de limón y bollos, incluso chocolate caliente y café. Horacio Delàs, describe a este pueblecito como un “pequeño reducto para exiliados de la confusión y agitación modernas”.
AUTORA.- Natalia Sanmartín Fenollera nació en Pontevedra, Galicia, en 1970. Es periodista especializada en Economía y jefa de opinión en el diario “Cinco Días”. Esta novela es su primera obra y ha tenido tal éxito que las editoriales más importantes del mundo (Mondadori, Grasset, Atria Books o Abacus) se disputaron sus derechos en la edición de 2012 de la Feria de Frankfurt.
ESTILO.- Este libro está dividido en las tres partes claramente diferenciadas con que se presenta un cuento o una novela: presentación, nudo y desenlace. La primera parte se titula “El hombre del sillón”, la segunda “Es invierno en la estepa rusa” y la tercera “Deshaciendo madejas”.
-      La metaliteratura está presente en este libro de forma continua a lo largo de toda la novela y están perfectamente contextualizadas. De hecho, las he anotado todas porque la autora ha conseguido que me interese en ellas. Y es que tanto la señorita Prim como el hombre del sillón hablan de ellas con total naturalidad en sus conversaciones. El nivel cultural de los dos personajes principales es muy grande y abarca todos los ámbitos, desde los clásicos latinos y griegos, la literatura medieval y las literaturas rusa y británica del siglo XIX y acabando en el complicado campo de la Teología.
-      Las numerosas conversaciones que ambos mantienen poseen gran profundidad intelectual: hablan de la conversión, de la armonía del matrimonio respecto a la harmonia de los romanos y la Άρμονία de los griegos, y de las lecturas de los niños.
La discusión que se establece entre la señorita Prim y el señor del sillón acerca del libro ”Mujercitas” de Louise May Alcott plantea la forma en que consideran ambos esta obra. Ella cree necesaria la inclusión de su lectura para los niños ya que la delicadeza esté presente en las personas (falta de delicadeza del hombre del sillón cuando ensalza la belleza y atractivo de Herminia Treaumont de tal manera que la señorita Prim se siente infravalorada). Él considera carente de valor esta obra, “cursi y almibarada”, a pesar de no haberla leído.
-      Muchas escenas y personajes nos recuerdan a las novelas de Jane Austen, como “Emma” y “Orgullo y prejuicio”.
-      Esta colonia se funda con el objetivo de “proteger a sus niños del influjo del mundo, volver a la pureza de costumbres y recuperar el esplendor de la vieja cultura”, sobre todo la europea.
-      Prudencia es el icono de la parte moderna de la sociedad que aboga por el actual sistema educativo y que, en mi opinión, carece de conceptos históricos, no profundiza en autores literarios y obras clásicas, ni españolas ni universales. La señorita Prim considera entonces que los niños no poseían informaciones adecuadas para su edad y que, por lo tanto, no eran niños normales respecto a los de la ciudad. El hombre del sillón simboliza la otra parte de la sociedad crítica con dicho sistema educativo y que defiende que los niños son capaces y, a la vez, están ávidos de aprender, de leer y asimilar a los clásicos, tanto griegos como latinos, y a los autores y obras universales y de hablar de ellos con total naturalidad.
-      En este libro se ensalza la importancia y el valor del tiempo. Tiempo para contemplar la belleza, para disfrutar de la amistad, para entablar una buena conversación sin atropellarse, para vivir las tradiciones, es decir, volver al pasado, a la sencillez, al humanismo tanto en la educación como en los sentimientos.
-      Según ha manifestado la propia autora, para crear al personaje del hombre del sillón se inspiró en el pensador británico C. S. Lewis. No tiene nombre porque la autora ha querido rendir un homenaje a una de sus autoras preferidas, Elizabeth von Arnim. En “Elizabeth y su jardín alemán”, esta autora inglesa habla de su marido, el cual era un hombre malhumorado y lo llama “el hombre airado”. Prudencia lo llamará “el hombre del sillón” porque cuando lo conoce se encuentra sentado en el sillón del salón.
-      El pueblo de San Ireneo de Arnois es imaginario pero su descripción recuerda a las localidades del Norte de Francia, en la región de Normandía, por simbolizar, según Natalia Sanmartín, el corazón y la tradición de Europa, entre Inglaterra, España, Italia y Alemania. Además, cerca del pueblo se encuentra un monasterio de benedictinos y es que es en los monasterios donde se localiza el origen de la cultura europea. Por lo tanto, la abadía simboliza la parte espiritual  de nuestra vida.
APRECIACIÓN PERSONAL.- La lectura del libro ha sido muy grata por diversos motivos. Me ha recordado, tanto en el ambiente como en los personajes, a mi libro favorito “Orgullo y prejuicio” de Jane Austen. La temática es densa y culta por lo que no descarto leerlo de nuevo, habiendo estudiado previamente y en profundidad todos los temas a los que alude y de los cuales no tenía conocimiento y haber leído libros que se mencionan: los “Poemas” de John Donne, “La carta robada” de Edgar Allan Poe, “Los nueve libros de la Historia” de Herodoto, “El catecismo histórico” del abad Fleury y alguna obra de Elizabeth von Arnim. Por diversos motivos soy una defensora acérrima del tiempo, del valor que tiene, porque es cierto que en el mundo en el que vivimos nos falta tiempo al cabo del día para poder realizar tareas con las que disfrutamos y que nos encantan: leer, tejer, pasear, cocinar, hacer deporte, jugar con nuestros hijos, viajar. Y no es que no hagamos nunca nada de ello, es que lo hacemos de forma estresante, sintiéndonos culpables en muchas ocasiones por sentarnos en nuestro jardín junto a una taza de té y leer un libro, y pensando en todo lo que nos queda por hacer.
Recomiendo la lectura de este libro por su excelente escritura y su original argumento.


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