viernes, 16 de enero de 2015

Lectura: "Los amores de Sylvia" de Elizabeth Gaskell





Sinopsis.- Sylvia Robson es hija única y vive en Monkshaven, un pueblo costero con tradición pesquera de la ballena. Es una joven bella aunque no interesada en la instrucción y la cultura, de la cual se enamoran dos hombres bien distintos, Philip Hepburn un joven culto y tranquilo que se dedica al comercio, y Charley Kinraid un arponero de los balleneros que pesca en Groenlandia. Inglaterra se encuentra inmersa en las guerras napoleónicas con Francia, no dispone de hombres aunque sí de barcos. La patrulla de leva se encargará de reclutar a la fuerza a los hombres sanos que encuentra. Un terrible secreto unirá a estos tres personajes desencadenando una tragedia irreversible.

AUTORA.- Elizabeth Gaskell es la gran desconocida de la literatura victoriana inglesa. Nada tiene que envidiarle a las obras de las hermanas Brontë o a Jane Austen. Todas ellas llevan como tema principal en sus novelas el amor, sin embargo, será Gaskell quien enmarque todos sus argumentos de amor apasionado dentro de un ambiente político y social que rodea a los personajes en su contexto histórico, cargándolo de realidad.

ESTILO.- Este libro consta de 603 páginas y se compone de Prólogo de Damián Alou que nos describe el ambiente que Elizabeth Gaskell narra en esta novela y 45 capítulos, cada uno con título propio. Está narrado en tercera persona y en él podemos ver tres partes bien diferenciadas: la presentación que incluye la desaparición de Kinraid, el nudo de la obra que se centra en la boda de Sylvia y Philip Hepburn y, el desenlace que nos narra la vuelta de Kinraid y la desaparición de Hepburn.

La lectura se hace fácil y rápida ya que la autora mantiene una trama expectante con un lenguaje fácil y comprensible, convirtiendo su lectura en un placer.

Ubica esta historia en un pasado cercano, unos sesenta años antes de la publicación de la novela en 1863, en una ciudad inventada, Monkshaven, probablemente debido a un viaje que realizó a Whitby.

Uno de los temas que trata esta novela es el conflicto entre la legalidad y la justicia, es decir, entre el orden y el individualismo. Este planteamiento se puede ver en el ataque de los habitantes de Monkshaven conducidos por Daniel Robson a la taberna de John Hobbs al haberla tomado como centro de operaciones la patrulla de leva. Ante estos hechos les aplicarán a los asaltantes la Ley Antidisturbios (Riot Act) de 1714, la cual afirmaba que la reunión de doce o más personas en lugar público y en actitud alborotadora constituiría perturbación del orden público. Las clases trabajadoras lo vieron como un atentado contra el derecho a protestar contra la injusticia.

Otro tema tratado en esta obra es el conflicto social y cultura de la época, en cuanto a las mujeres, y aquí se refleja en el personaje de Sylvia. Esta es una mujer obstinada, terca y sin interés por aprender a leer y escribir despreciando la cultura y la formación. Solamente está interesada en los sentimientos y serán éstos los que marquen el futuro que ella ha elegido. De la misma opinión es su padre, Daniel Robson, un hombre que vive marcado por los impulsos de la emoción, al iguall que Charley Kinraid y William Coulson, el socio de Philip. En el lugar de la sensatez y el comedimiento, es decir, en el de pensar antes de actuar encontramos a Bell Robson (la madre de Sylvia), a Alice y Hester Rose y a Philip Hepburn.

En 1882 se aprueba el Acta de Propiedad de las Mujeres Casadas, por la cual éstas ganaron el derecho a la propiedad después del matrimonio, a divorciarse y a pelear por la custodia de sus hijos tras separarse de sus maridos. Y es que, anteriormente, el marido se hacía con todas las propiedades de una mujer al casarse con ella si antes no se había firmado un acuerdo prenupcial de separación de bienes. Elizabeth Gaskell firmó una petición, redactada en 1855 por un grupo de feministas, en la cual se solicitaba al Parlamento que se reformara la ley. En la página 528, se hace alusión a este hecho al mostrar la generosidad de Charley Kinraid con su mujer, al permitir que ésta siguiera siendo la dueña de sus propiedades.

El libro está plagado de continuas referencias religiosas, probablemente en clara influencia del marido de Gaskell que era pastor de la iglesia.

 APRECIACIÓN PERSONAL.- Todos los libros de Elizabeth Gaskell que he leído me han gustado: “Norte y Sur” (mi favorita), “Esposas e hijas” y “Cranford”. “Los amores de Sylvia” se desmarca de las otras obras en cuanto al personaje femenino ya que presenta a una mujer sin instrucción y sin interés por alcanzar una cultura aunque sea mínima, totalmente distinta de Margaret Hale y Molly Gibson las protagonistas de las dos primeras novelas señaladas más arriba, mujeres formadas y preparadas a nivel cultural y para llevar una casa.

 REFERENCIA A LAS LABORES.- Las tareas que realizaban las mujeres están muy bien descritas en esta novela, tanto las culinarias como las referidas a las labores manuales que realizaban para sí mismas y su familia como tejer, hilar o coser.

-      Pág. 62. “[…] los repetidos interrogantes que planteaba su marido acerca de qué podía haber detenido a su hija, y haciendo punto con más diligencia”.

-      Pág. 68. “[…] pues no valía la pena encender una vela para que Sylvia siguiera hilando y su madre tejiendo […]”. A continuación la autora realiza una descripción de cómo se hilaba con la rueca.

-      Pág. 121. “- Aún hay que hilar un poco de lana para tus medias […]”, le dice Bell Robson a su marido.

-      Pág. 133. “El alegre chasquido de las agujas de hacer punto componían una agradable melodía hogareña […]”.

-      Pág. 239. “[…] y por el momento no se sentía con ganas de ganchillo”.

-      Pág. 292. “Allí encontró a su tía tejiendo y al parecer con buena salud”.

-      Pág. 386. “[…] todo estuvo hecho y, las dos se sentaron entre sus ruecas”.

-      Pág. 412. “[…] atendiendo a su madre a la vez que tejía unas medias para su escaso ajuar”.

-      Pág. 575. “Encontró la casa de la viuda adecentada tras la comida de mediodía, y a ella haciendo punto junto a la puerta abierta, sin mirar a las agujas, que entrechocaban veloces […]”.

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