lunes, 12 de julio de 2010

El fútbol y el amor han hecho historia.

Después de ciento dieciséis minutos interminables con un juego sucio por parte del rival y de una actuación arbitral a la que no dábamos crédito por su permisividad con nuestro contrincante, la gesta de nuestros campeones culminó con su triunfo. Hubiera sido injusto que no hubiéramos ganado o llegar a los penaltis y que Holanda, sin haber jugado limplio, consiguieran ganar.
Gracias a Iniesta que marcó el gol. Según mi marido es el mejor jugador del mundo. Cuando ya no estén agotadas, le regalaré la camiseta de su jugador favorito. Enhorabuena a toda España.
Lo que menos me gustó de la fiesta en el terreno de juego fue ver a Pujol y Xavi pasear la bandera catalana en lugar de la española. En ese momento era España la que había ganado, toda España, con todas sus regiones. Me decepcionaron y me entristeció.
Hoy hemos ido a trabajar de nuevo algunas compañeras con la camiseta de la selección española (también fuimos el viernes para infundir ánimo y enviarles energía positiva). Trabajo en una biblioteca universitaria y apenas han llegado usuarios.
Me fui a la cama sin saber que Iker le dio a su novia Sara Carbonero un beso en directo, delante de toda España, imágenes que habrán dado la vuelta al mundo. Para mí ha sido muy romántico. Un beso en nombre del amor. Es el tipo de hombre que toda mujer quisiéramos tener, todo un caballero. Deberían abundar más este tipo de hombre. Para todas las que esperamos de nuestros maridos, novios o parejas que nos sorprendan con un toque romántico o sentimental en nuestras vidas cotidianas, nos tenemos que contentar con verlo en las películas románticas o leerlo en las novelas victorianas de Jane Austen, Elizabeth Gaskell, etc. Aunque tengo que reconocer que mi marido también me dio un gran beso cuando Iniesta marcó el gol.

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